Introducción
Es innegable el impacto que han tenido las actividades humanas en la calidad de los recursos naturales. Los modelos de organización que prevalecen en las sociedades actuales han generado sistemas que están des-estructurando las capacidades de resiliencia de las sociedades.
Uno de los campos donde se observa esto es en el tema de agua. Su calidad y disposición han estado disminuyendo a tal grado que se ha vuelto una necesidad analizar el sistema alrededor del cual se obtiene, se distribuye y consume el agua.
En este sentido, el grado en que una sociedad es capaz de conservar, utilizar y preservar sus fuentes del preciado líquido, indica directamente su grado de sustentabilidad, por lo que cualquier factor que afecte dicha disponibilidad, significa un sistema de variables que también están afectando el estado de los ecosistemas, sistemas agroalimentarios y condiciones esenciales para el desarrollo humano, aumentando su grado de vulnerabilidad. De hecho, incluso en los países considerados hoy como desarrollados, a principios del siglo XX, prevalecía un estado de incertidumbre debido a un precario acceso a agua potable. Ciudades como Londres, Nueva York y París presentaban tasas de mortalidad equivalentes a las que se presentan hoy en regiones como el África subsahariana. Y esto se relaciona a la alta incidencia de enfermedades infecciosas, diarrea, disentería y fiebre tifoidea que afectaba a dichas ciudades.
Esto se logró abatir al momento en que se logró una expansión de la sanidad y acceso al agua potable por parte de esas sociedades, elevando la esperanza de vida. (PNUD, 2006: 5, 31). El acceso a agua limpia y saneada significa múltiples condiciones favorables para la reproducción social; en contraste, la carencia del líquido genera sistemas complejos e imbricados de contradicciones sociales (Nuñez, 2022).
En México, una de las regiones en las que se está observando una acelerada disminución en el acceso a agua potable, es en la región del Estado de México, la entidad con mayor población del país (16,992,418 habitantes, de acuerdo a INEGI, 2020, aunque dicha región vive una profunda simbiosis con la CDMX, segunda región con más población -9, 209,944 millones de habitantes- lo que significa una presión adicional).
Esto ha afectado directamente las fuentes de agua disponibles para la población ya que la extracción de agua ha rebasado el sistema de recarga en acuíferos subterráneos y superficiales, comprometiendo su propia gestión. Y si a esto se añade la extracción por actividades agrícolas e industriales, el grado de estrés hídrico se agudiza en dicha región.
En este caso, considerando algunos de los siguientes valores: Cantidad de agua obtenida en ríos, embalses y cuerpos de agua subterráneos, tasas de variación en lluvia, así como las tasas de recarga en la entidad, tasas de extracción por consumo ciudadano, actividades agrícolas e industriales y pérdida por fugas en el sistema, considerando la tasa de tratamiento de aguas residuales y el precio del agua en la entidad, se obtiene un comportamiento particular en el cual el sistema de gestión de agua se colapsa debido a que la cantidad de agua disponible se ve reducida en el tiempo de una forma concreta. Sin embargo, al modular determinadas variables, dicho proceso de podría ralentizar.