Con frecuencia los errores en las políticas públicas se atribuyen a la gran complejidad que tienen los sistemas sociales, veamos un caso en el que esto no ha sido así.
En una región del norte de España, los pequeños agricultores se quejaron a la Administración de que la gran población de jabalís estaba destruyendo sus cosechas, para que pusiesen remedio a las graves pérdidas económicas que les ocasionaban, ya que justo cuando la cosecha estaba a punto de recolección era cuando esos animales más daño les causaban.
La opción más habitual en estos casos es autorizar la caza del jabalí en la zona afectada, pero si bien esta práctica obtiene buenos resultados en extensiones llanas de cultivo ya que los animales son muy visibles, los agricultores afectados se hallaban en una zona agreste, muy montañosa, cubierta de frondosos bosques y cultivando pequeñas parcelas de tierra. Por ese motivo se buscó una alternativa diferente a la caza.
En una relación causa-efecto directa se pensó que el control de la población de jabalís en ese entorno lo podría hacer mejor una población de lobos numerosa y estable, como sucede en cualquier reserva y entorno natural. A mayor número de lobos habría menos población de jabalís, y los pequeños agricultores tendrían sus cosechas a salvo.
En primavera se organizó la compra de un numeroso grupo de lobos ibéricos, y se procedió a su suelta en la zona.
Con abundante comida y lugar donde cobijarse en la zona de bosque el éxito de la introducción estaba asegurada, y así fue. Sólo faltaba esperar que se establecise el natural equilibrio entre depredadores y presas, que se resume en a más depresadores hay menos presas, y a más presas hay más depredadores.
El lobo tomó posesión de la zona y descubrió que en el bosque había un amplio abanico de opciones para cazar, desde pequeñas liebres y conejos, a animales de mayor tamaño como corzos, gamos y jabalís. Así que de inmediato todas esas posibles presas notaron la intensa presencia de la manada de lobos.
No obstante lo que sucedió a continuación fue algo bastante diferente a lo esperado, que podemos clasificar dentro del arquetipo de "consecuencias inesperadas".
Al poco tiempo los lobos descubrieron que además de todas esas presas del bosque había otras opciones, sus nuevas presas pastaban tranquilamente en los campos cercanos al bosque: vacas y ovejas. Así como la caza de las presas del bosque tenía sus peligros -en especial por los afilados colmillos de los jabalís- las mansas ovejas requerían mucho menos esfuerzo y ningún peligro, así que enseguida sustituyeron la caza del jabalí por la caza de la oveja.
Las últimas noticias son :
la población de jabalís sigue creciendo sin que nadie les moleste.
los agricultores se siguen quejando por la presencia del jabali que les destroza la cosecha.
los ganaderos se quejan por la presencia del lobo que les ataca a las vacas y ovejas.
los hoteleros de la zona se quejan porque los numerosos lobos auyentan los turistas.
hay una sana y numerosa población de lobos que sigue creciendo.
Imagen de jabalís de vacaciones en la playa
(*) Puede solicitar información más detallada de este trabajo al autor