Simulación dinámica de la cobertura forestal
Basado en un modelo de simulación con Vensim
Alberto Carlos Franco Hernández
colocho23@hotmail.com
Las causas de la deforestación y degradación de los bosques en Guatemala son
variadas, reflejándose en la pérdida anual de 132 137 hectáreas de bosque en el
territorio nacional (INE, BANGUAT y URL/IARNA, 2013). Como respuesta a la
pérdida de cobertura forestal, se han desarrollado diversos instrumentos de
política, tales como el Sistema Guatemalteco de Áreas Protegidas –SIGAP-, el
Programa de Incentivos Forestales –PINFOR-, el Programa de Incentivos para
pequeños poseedores de tierras de vocación forestal –PINPEP- y las licencias
forestales. Sin embargo, hasta el momento ha existido una baja efectividad de
estas medidas pues no se ha logrado revertir la tendencia de deforestación
(URL/IARNA, 2012). Por lo tanto, el proyecto a desarrollar buscará analizar de manera sistémica la
dinámica de la cobertura forestal en el país, con énfasis en la deforestación. La
intención del proyecto es ilustrar, en un diagrama causal, los factores estructurales
que influyen en la dinámica de deforestación a escala nacional. Se espera que el
proyecto facilite la comprensión de dicho fenómeno y promueva la discusión sobre
las políticas nacionales que actualmente intentan minimizarlo.
Se estima que la cobertura forestal de Guatemala en 2006 fue de 3,87 millones de
hectáreas; para el 2010 fue de 3,72 millones de hectáreas, de las cuales, 1,94
millones se encontraban en áreas protegidas y 1,77 millones de hectáreas era
cobertura forestal fuera de áreas protegidas (INAB, CONAP, UVG y URL, 2012).
La tasa de deforestación bruta para el período 2006 - 2010 fue de 132 137
hectáreas anuales; en términos relativos, el inventario forestal ha disminuido a una
tasa del 1,00% anual en los últimos cuatro años. La pérdida de bosque se ha dado
principalmente sobre los bosques latifoliados, seguido por los bosques mixtos, de
coníferas y mangle. En términos relativos ha sido el mangle el que ha sufrido la
pérdida de una mayor proporción de área.
El aprovechamiento forestal sostenible es permitido dentro de algunas categorías
de manejo de áreas protegidas; sin embargo, en el período 2006 - 2010 se estimó
que más del 30% de la deforestación ocurrió dentro de áreas protegidas (INAB,
CONAP, UVG y URL, 2012).
En 2006, de los bosques nacionales salieron 30,7 millones de m3 de madera, de
los cuales el 95% se destinó para aprovechamientos (equivalente a 29,1 millones
de m3 de madera) y el restante 5% se debió a incendios, muerte natural o plagas.
Aunado a esta dinámica, es importante resaltar que el 95% de los
aprovechamientos se hizo de manera no controlada1 (BANGUAT y URL, IARNA,
2009).
Además, en el país existe una alta demanda de leña por parte de los hogares y
esta se utiliza como fuente de energía. Según la Encuesta de Condiciones de Vida
2006, un total de 1,7 millones de hogares (65% de la población guatemalteca)
dependen de la leña para cocinar, ya sea de manera exclusiva o complementaria
a otra fuente energética. En general, puede mencionarse que no existe un uso
eficiente de la leña y se estima que por cada metro cúbico de madera autorizada,
se utilizan 391 m3 de madera de forma ilegal (INAB, IARNA-URL, FAO/GFP,
2012).
Se estima que el aporte de los bosques a la generación de riqueza es del 2,6% del
PIB (BANGUAT y URL, IARNA, 2009). La producción forestal tuvo un valor bruto
de Q. 6 733 millones en 2006, del cual Q. 816 millones se destinaron para la
compra de insumos productivos (consumo intermedio) y Q 9,5 millones se
destinaron para el pago de impuestos (netos de subsidios). Eso dejó un valor
agregado del sector (PIB forestal) de Q 5 927 millones. En términos de empleo, el
sector incorporó aproximadamente a 572,499 personas en 2006, de los cuales el
7% eran trabajadores formales, lo que evidencia la alta informalidad del trabajo en
el aprovechamiento del bosque.
La dinámica de los derechos de la tierra en cuanto a su tenencia se ha visto
afectada por distintos factores que intervienen en la relación bosque-comunidad,
como la injerencia de proyectos conservacionistas para convertir bosques
comunales en áreas protegidas, así como nuevas dinámicas económicas
derivadas de la minería e hidroeléctricas (Elías, Larson, & Mendoza, 2009).
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