Modelos de Simulacion. Vensim. Dinamica de Sistemas. Modelos de Simulacion. Vensim. Dinamica de Sistemas. Modelos de Simulacion. Vensim. Dinamica de Sistemas. Vensim.

Dinámica de Sistemas

Boletín de Dinámica de Sistemas


La explotación forestal de los pinares

Basado en un modelo de simulación con Vensim

Edgard Hernán Maimbil et al.
tinymaimbil@gmail.com


Argentina es un país con mucho potencial forestal. Su gran desarrollo latitudinal permite la proliferación de distintas especies. Las precipitaciones, el clima y los distintos tipos de suelos permiten lograr materias primas de muy buena calidad. La argentina tiene alrededor de 20 millones de hectáreas aptas para la actividad forestal, esta actividad económica cobra importancia en Misiones. En un segundo plano quedan las provincias de Córdoba, Mendoza, Buenos Aires y el noroeste del país. En todos estos lugares las materias primas están listas para ser extraídas. No necesitan ningún tratamiento que encarecerían el precio de esta actividad. En la Constitución Nacional no hay restricciones para el desarrollo de la misma ya que es considerada beneficiosa para el ambiente.
La actividad forestal no solo se traduce en la obtención de madera, sino también en la promoción del cultivo de especies de crecimiento rápido tanto sea para la obtención de leña, como de la celulosa, materia prima del papel. Así se destacan los monocultivos de eucaliptos (Eucalyptus spp.) oriundos de Australia y pinos nativos de Norteamérica como el eliotti (Pinus elliotti) y el taeda (Pinus taeda) los que son preferidos por su rápido crecimiento, sin olvidarnos de las plantaciones de sauces (Salix spp.) tan comunes en los ámbitos inundables del delta del Paraná. Así las forestaciones exóticas van reemplazando bosques o selvas autóctonas y cubren cada año una mayor superficie sostenida por créditos fiscales, otorgados por una razón mucho más económica que técnica o ecológica.

La explotación forestal de los pinares


Este trabajo consiste en la construcción de un sistema modelado, mediante el cual simulando las actividades técnicas obtenemos resultados económico-financieros dentro de un sistema de explotación forestal. El objetivo del mismo se centra en resolver la problemática que encuentran inversores o actuales actores dentro del sistema, al momento de encontrar el balance técnico-económico que les dará la mayor rentabilidad al negocio.
Junto con el modelo se elaborará una planilla de Flujo de Fondos, en la cual se detallará la corriente de costos de cada una de las actividades desarrolladas en el sistema. El flujo positivo del sistema se determinará de acuerdo al valor de mercado de los productos y subproductos del sistema, a los cuales se les descontarán los costos, gastos e impuestos. Se determinarán los beneficios netos del sistema, los cuales se analizarán aplicando distintos criterios de evaluación económico-financiero, cuyas variables de respuestas serán: en la evaluación (VAN, TIR, relación B/C, período de recuperación de la Inversión o Payback) y los costos de producción del Bosque.

La explotación forestal de los pinares


La Mata Atlántica Interior se extendía aproximadamente 8.250.000 Km2. en el nordeste de Argentina, Paraguay, y en sudoeste de Brasil. Conocida en Argentina como la Selva Paranaense (aunque a esta fitogeográficamente se le incluye la zona de campos de zona Sur de la Provincia de Misiones), la Mata Atlántica Interior pertenece a un grupo de selvas tropicales húmedas de América del Sur, reconocida como un área de alto grado de endemismo y diversidad tanto a nivel neotropical como global.
Misiones abriga el 29% de las especies de plantas vasculares de la Argentina, todo esto en solamente 1.1% del área total del país. Originalmente la Mata Atlántica Interior en Misiones cubría un área cercana a los 25.700 Km2, un 86% de la Provincia.
Aquí existen condiciones climáticas particulares que determinan el desarrollo de una formación selvática subtropical, cuya principal característica es la de presentarse formando estratos que se definen en base al porte de los árboles que la forman, junto al carácter semi caducifolio de gran parte de las especies arbóreas.
El denominado estrato superior o dosel se halla compuesto de árboles que conforman una capa continua de follaje a una altura de entre 10 y 20 metros. Aquí son muy abundantes las lauráceas del género Ocotea y Nectandra, las leguminosas como anchico colorado (Parapiptadenia rigida), el espina de corona (Gleditsia amorphoides), el cedro (Cedrela fissilis), el guatambú blanco (Balfurodendron riedelianum), los lapachos (Tabebuia spp.) y más de 200 especies arbóreas de diferentes familias. Interrumpiendo la continuidad del dosel y en forma aislada, se elevan las copas de los gigantes de la selva, árboles que alcanzan alturas de más de 40 metros, constituyendo el estrato de los emergentes. Entre éstos se encuentra el palo rosa (Aspidosperma polyneuron), el timbó o pacará (Enterolobium contortisiliquum), el incienso (Myrocarpus frondosus), el ybirá pytá (Peltophorum dubium), el rabo molle (Lonchocarpus muehlbergianus), el alecrín (Holocalyx balansae), entre otros.

La explotación forestal de los pinares


El estrato intermedio está integrado por árboles más pequeños, de entre 3 y 10 metros de altura como el yuquerí guazú (Machaerium aculeatum), el cocú (Allophyllus edulis), el guazatumba (Casearia sylvestris). Se destacan la presencia de dos especies de palmeras, el pindó (Syagrus romanzoffiana) y el palmito (Euterpe edulis). En este estrato llaman la atención los helechos arborescentes, típicos de regiones tropicales, luego el sotobosque o estrato arbustivo, que en algunos sitios parece dominado por un elemento importantísimo de esta selva: las especies de cañas o bambúseas de los géneros Guadua, Chusquea y Merostachys, de hasta 30 metros de altura que forman densos cañaverales. La localización de algunas de éstas está condicionada por características de anegabilidad de los suelos. En este estrato encontramos arbustos del género Miconia, Piper, Calliandra acompañados de renovales de árboles de mayor porte como son los géneros Eugenia, Sorocea, Rollinia, entre otros.
El estrato herbáceo cubre el piso con gran diversidad de helechos y especies umbrófilas, lianas y epifitas, con un destacable número de orquídeas y bromeliáceas. Bordeando los numerosos ríos y arroyos presentes en este ambiente, las selvas marginales incluyen muchas especies arbóreas que se encuentran en el resto de la selva, como son el anchico colorado (Parapiptadenia rigida), el timbó pacará (Enterolobium contortisiliquum), el lapacho negro (Tabebuia impetiginosa), el ibirá pitá (Peltophorum dubium), pero existen otras que son exclusivas o de mayor importancia en estos ambientes como el seibo (Erythrina cristagalli), el ingá (Inga uruguensis), los curupíes (Sapium sp.), el laurel del río (Nectandra falcifolia), entre otros.
Otro de los ambientes que se pueden detectar en la selva paranaense son las denominadas capueras. En estos lugares la selva ha sido intervenida mediante desmonte o incendios, y se desarrolla una vegetación herbácea y arbustiva donde especies como Digitaria insularis, Vernonia tweediana, Cynodon dactylon, Croton hirtus, etc. cubren rápidamente el suelo. Esta vegetación más tarde es reemplazada por especies heliófilas como el fumo bravo (Solanum granulosoleprosum), palo pólvora (Trema micrantha), pitanga (Eugenia uniflora), entre otras. Por último, a la sombra de éstas germinan árboles umbrófilos que finalmente regenerarán la selva.

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