¿Cúal es el problema?
Es la fase más crucial del estudio en la que no hay que regatear tiempo. Todo lo que suceda a continuación va a depender de la correcta definición del problema al que deseamos dedicar nuestros esfuerzos, y de la claridad con la que consigamos definirlo.
Por desgracia no existen reglas generales de cómo hemos de formular el problema que deseamos estudiar pero ayuda mucho en las etapas de trabajo posterior el poder disponer de una definición que incluya la evolución temporal del problema.
En esta fase es importante centrarse en conseguir una buena descripción del problema, no intentando ni averiguar las posibles causas ni avanzar hipotéticas soluciones.
La identificación de las causas del problema puede no ser un trabajo sencillo ya que seguramente van a concurrir muchos posibles candidatos y habrá que ver aquellos que realmente han provocado el problema hasta la fecha actual. El análisis de las causas pasadas va a tener una importancia relativa ya que si bien nos servirá para comprender el pasado, no es tan seguro que nos sirva para comprender el futuro toda vez que nuestro propósito de solucionar el problema nos va a conducir a una actuación que modificará el sistema y por lo tanto las causas del pasado no van a encontrar la misma respuesta por parte del sistema en el futuro.
Por lo que hace referencia a las hipotéticas soluciones, sin duda es un tema que es interesante anotar cuidadosamente y guardar hasta la fase final del trabajo. En general suelen estar basadas en los conocimientos, la experiencia o la intuición de nuestro interlocutor, pero si las aceptamos como válidas nos obligamos a proponer actuaciones ya en este punto y no proseguir con el estudio.
Si deseamos ejemplos de las limitaciones que tenemos para apoyarnos en nuestros conocimientos, experiencia e intuición no solo para plantear actuaciones sino simplemente para explicar la realidad, podemos acudir acompañados de algún niño a un Museo de la Ciencia y seguro que tendremos auténticos problemas para explicar algo tan simple como el mágico depósito de agua con dos salidas de agua, siendo la inferior la que lanza el agua más lejos y la de más arriba la que saca el agua más cerca de la base. Cualquier explicación que incluya el término presión está condenada al fracaso con un niño, así que hemos de intentar hallar otro camino (¡animo!).
También podemos percibir los límites que tenemos con nuestra intuición con alguno de los sencillos juegos matemáticos con los que nuestros amigos nos obsequian, como aquel que dice:
"Tres amigos van al restaurante y una vez servidos, la cuenta sube a 5 euros por cabeza. Pagan, pero se quejan de que es caro. El camarero se lo dice al dueño y este accede en privado a hacerles una rebaja de 5 euros en total. De vuelta en camarero piensa que 5 euros entre 3 será dificil de repartir, así que se queda 2 euros y devuelve 1 cada uno de los tres amigos. Antes habían pagado 15 euros en total, pero ahora han pagado 12 (4 cada uno), más 2 que se ha quedado el camarero hacen 14. ¿Dónde está el euro que falta?."
Los anteriores comentarios no pretenden menospreciar nuestra intuición, que nos ayuda de forma permanente, igual que los conocimientos y la experiencia acumulada. Por ello en esta fase debemos recoger toda la información que sea posible, pero la definición del problema ha de ser clara, con todas las referencias temporales que sea posible, y en esta fase, exenta de explicaciones tanto de sus posibles causas como de sus hipotéticas soluciones.
Un saludo.
Juan Martín García
jmg@atc-innova.com
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