El estudio de los sistemas nos revela la diferencia que presentan entre su estado real y el estado deseado que pretenden conseguir. Esta diferencia les lleva a realizar actos para proximar el estado real al deseado hasta que logran igualarlo. La realización de estos actos no es gratuita y en general obliga a dilatados y penosos esfuerzos.
Con frecuencia no podemos valorar con exactitud el estado real de un sistema ni tampoco el estado deseado que pretende lograr, pero tenemos bien visible las actuaciones que está realizando. Si nos fijamos veremos a nuestro alrededor personas que están realizando algún tipo de acción. También con frecuencia, como herederos de la moral judeo cristiana, damos un gran valor a la magnitud de las acciones, de forma que tienen un mayor reconocimiento las personas que vemos que realizan muchas y esforzadas acciones.
Imaginemos dos amigos, Carlos y Luis, que quedan en que Carlos recogerá con su coche a Luís a las 5 de la tarde en la puerta de la casa de este para después ir al futbol. A las 5 de la tarde llega Carlos a la puerta de la casa de Luís y este no está. Imaginemos las posibles "acciones" que puede hacer Carlos: 1) toca el claxon repetidamente, 2) le llama a gritos desde el coche, 3) sale del coche y toca en el timbre de la casa de Luís, 4) llama a Luis por el movil, o 5) sube al piso de Carlos. ¿qué denotan todas estas acciones? Desde luego es fácil intuir que cuanto mayor sea el esfuerzo requerido por la acción menor inteligencia muestra Carlos, y desde luego recomendaremos a Carlos que haga la acción que menor esfuerzo le requiere, y ¿cúal es esta?, desde luego ninguna de las anteriores. Tal vez serian mejor otras acciones como 1) quedar a las 4:30 horas, 2) llamar por telefono antes de salir, o simplemente 3) tener un poco de paciencia porque Luís ya está bajando por las escaleras.
Así pues parece existir una clara una correlación inversa entre la magnitud de la acción y la sabiduria, entendida como el conocimiento del propio sistema, que nos llevaria a la conclusión de que la mejor política es siempre "actua sin actuar"
Un saludo.
Juan Martín García
jmg@atc-innova.com